Meditar es para
—todos
Si, Para todos
01 Variates de meditación
02 El arte de sentarse a no hacer nada.
03 Tomar atajos no siempre es conveniente.
04 Construye tu propio santuario en casa
05 Un pequeño ejercicio de meditación
01
Variantes de meditación
Nunca como hoy se había tenido una oferta tan variada para practicar la meditación. Desde estilos tradicionales, hasta meditaciones guiadas, meditar es una disciplina que cada día obtiene más adeptos.
Efectivamente, en la actualidad, existe un sin número de variantes para meditar, tantas como te puedas imaginar y claro, para el novato, la pregunta fundamental es: “¿Cuál de todas es la buena?”.
Empezaremos por decir que el yoga y la meditación van de la mano, el primero incluye al segundo.
Sin embargo, muchos de los meditadores no tienen claro la relación tan estrecha que tienen ambas disciplinas.
Para la mayoría de las personas, la meditación y el yoga sólo los une el origen, la India.
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Es precisamente el no tener claridad en los orígenes, lo que hace al proceso meditativo actual, una experiencia que poco tiene que ver con la idea primigenia.
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El arte de sentarse a no hacer nada.
Recuerdo que uno de mis primeros maestros nos dijo que meditar era el arte de sentarse a no hacer nada.
Me causó gracia la simpleza con la que describió una disciplina tan básica y compleja a la vez.
La meditación puede interpretarse como colocarse en una postura cómoda y mantenerse en silencio por unos minutos, pero va más allá, todo depende del nivel de profundidad al que se desea practicarse.
Básicamente, se puede abordar el tema desde dos grandes ángulos, y estos son: entender la meditación como una técnica que te dará beneficios relacionados con paz mental o bien, entender la meditación como la consecuencia de un proceso de vida, consciente de desarrollo interior.
Para la primera opción, existen cursos de un fin de semana, para la segunda, es un estilo de vida que se practica todos los días.
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Todos hemos vivido la experiencia de estar en silencio, aunque sea por unos pocos minutos, tal vez menos que eso.
Para quienes lo han vivido, tienen una idea cercana a la experiencia meditativa.
Ahora imagínate que aprendes entrar en silencio en menos de un minuto, apoyado en técnicas de respiración.
Obtienes beneficios que impactan de manera directa en la salud física, pero más, en la salud emocional y mucho más en la salud mental.
Si bien es cierto que cualquier persona puede obtener beneficios instantáneos, siguiendo los pasos de algo tan sencillo como una receta de cocina, imagina como lo podría vivir alguien para quien la meditación forma parte de su estilo de vida.
Para quien lo considera tan importante como respirar, comer o descansar. Visto desde este punto de vista, el meditador promedio, se está perdiendo la experiencia completa.
Si tú integras a tu vida los primeros cinco pasos del proceso del yoghismo, te toparás de narices con la meditación, casi sin pensarlo, de manera natural.
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Tomar atajos no siempre es conveniente.
Para vivir la experiencia meditativa, lo conveniente es pasar por todos los pasos previos sin buscar atajos.
Recordemos que para llegar a la meditación existen cinco pasos previos:
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- Yamas (abstienencias)
- Niyamas (observaciones)
- Asanas (posturas)
- Pranayama (respiración)
- Prathyahara (percepción de las emociones)
- Dharana (meditación)
Si tú integras a tu vida los primeros cinco pasos del proceso del yoghismo, te toparás de narices con la meditación, casi sin pensarlo, de manera natural.
Si, ya imagino lo que estarás pensando: ¿Cómo voy a integrar todos los pasos a mi rutina de vida?, Yo sé que puede parecer retador, pero te diré una clave: Mantenlo simple.
En una siguiente entrega daremos más pistas para empezar a desarrollar cada uno de los pasos.
Por lo pronto, te daremos algunas sugerencias para que tengas una probadita de los beneficios inmediatos que puedes adquirir con la práctica de la meditación.
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Construye tu propio santuario en casa
Elige un pequeño rincón de tu casa al que puedas dedicar exclusivamente a tu meditación, es tu lugar especial, tu Santuario.
Sin importar el tamaño de tu hogar, ya sea una amplia casa con jardín, o un departamento modesto de 60m2, elige un pequeño rincón al que puedas dedicar exclusivamente a tu meditación, es tu lugar especial, tu Santuario.
Es importante que comprendas que, al meditar constantemente, se genera un estado vibracional cada vez más superior, más sutil y que, ese fenómeno de vibración se va permeando al lugar físico donde lo practiques.
Seguramente lo has percibido al entrar a algunos templos consagrados a la oración, existe un aura de tranquilidad que casi se puede respirar.
Es conveniente que vayas vistiendo tu Santuario de herramientas que ayuden a tu práctica meditativa, empieza con algo básico:
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- Una vela o veladora, preferentemente en un vasito rojo.
- Incienso, hay muchos en el mercado, te sugiero empezar con sándalo, aunque si no lo encuentras, utiliza lo que sea más fácil.
- Un pequeño banco.
- Un zafu o cojín para meditar. Son muy cómodos, lo puedes encontrar por internet aunque una cobija doblada te viene bien para empezar.
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Un pequeño ejercicio de meditación para probar
El siguiente es un pequeño ejercicio que te servirá, si deseas experimentar por un breve momento, lo que se siente meditar.
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ADVERTENCIA: Aunque el presente ejercicio es sencillo y sin grado de dificultad, es importante, que si padeces de alguna condición médica, consultes con tu médico para que te autorice la realización del ejercicio que a continuación te proponemos.
Coloca el banquito junto a la pared y sobre él, la vela y el incienso encendidos.
Con ropa holgada, siéntate frente al banquito, en el piso, con tus piernas cruzadas, tu espalda erguida en una posición cómoda, utiliza el zafu o la cobija doblada a manera de asiento, las manos sobre los muslos.
Existen momentos ideales para hacer meditación, tradicionalmente hay dos horarios, o muy temprano antes de empezar actividades del día o ya en la tarde al terminarlas.
Para empezar, te sugiero por la tarde.
La instrucción es muy sencilla, sigue los siguientes pasos al pie de la letra:
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- Vas a meditar tan solo 10 minutos por una semana, no más.
- Una vez sentado, con tu espalda erguida, observa la flama de la vela tratando de parpadear lo menos posible.
- Los pensamientos vendrán a ti, no trates de impedirlos, sólo déjalos pasar y observa que pasa.
- Escucharás los sonidos de calle, no les tomes importancia.
- Tu respiración debe ser circular, sin retenciones, fluida, armónica, pausada, profunda, cada vez más profunda, hasta que llegues a un estado de tranquilidad.
- Recuerda, tu atención mental estará en la flama de la vela.
- Una vez que entres en ese estado de concentración, tranquilo, calmado y en paz, disfruta la experiencia por diez minutos.
- Sólo buscamos que tengas una breve experiencia, sobre todo si nunca has meditado.
- En todo momento, si experimentas algún malestar, suspende la actividad.
Una vez que pasen los diez minutos habrá terminado tu práctica, para salir, empieza por recupera el ritmo respiratorio normal y deja la postura lentamente, de ser posible continua en silencio un poco más, el tiempo que desees.
Obsérvate sin juzgar, sólo mira lo que pasó.
Al final de la semana anota en un cuaderno lo que hayas vivido con esta pequeña práctica ¿Cómo fue para ti? ¿Sientes algún tipo de beneficio antes y después de tu práctica? ¿Fue fácil o difícil? ¿Podrías incrementar unos pocos minutos más o está bien así para ti? ¿Te gustaría profundizar para entender lo que está pasando con tu práctica?
Espero que este sencillo ejercicio te ayude a tener un atisbo de los beneficios que la meditación puede hacer por ti. Hazlo, anota tus observaciones y nos leemos en la siguiente.